Desde tiempos inmemorables la humanidad ha tenido la noción de que la leche materna es la mejor forma de alimentar a los bebés. Sin embargo, aún hoy escuchamos mitos como, por ejemplo, que a una cierta edad del bebé no lo alimenta ya, porque es “pura agua”, o que es de “baja calidad”, que “no es buena, que le faltan nutrientes”. ¿Qué contiene la leche materna para ser ese líquido maravilloso que brinda vida y bienestar al bebé? El conocimiento empírico de nuestras ancestras, es confirmado por los resultados de investigaciones en todo el mundo. Las investigaciones científicas de las últimas décadas han develado poco a poco los componentes irremplazables e inimitables de la leche materna. Las sorpresas se han sumado una a una y aún no terminan.
Pues, ¡sí que contiene agua!
La leche humana es un biofluido específico para la persona que se alimenta de ella, y sí que contiene agua, entre un 87-88% de agua. Por lo cual, calma la sed del bebé y le permite estar óptimamente hidratado con un agua segura.
En general se considera que la leche humana tiene cuatro componentes principales: agua, carbohidratos, grasas y proteínas.
Los carbohidratos, alimento para el cerebro del bebé.
Los carbohidratos alcanzan un 7% (60-70 g/L), y suministran energía para el crecimiento, las funciones corporales y la actividad, proporcionan los componentes básicos de los compuestos corporales esenciales y dan forma a las actividades metabólicas de la microbiota intestinal humana. La lactosa es el carbohidrato más abundante en la leche humana, y aunque el contenido de grasa y proteína varía según las condiciones y el tiempo, la concentración de lactosa en la leche madura es constante para preservar una presión osmótica estable en la leche materna. La absorción de calcio y otros minerales está mediada por la lactosa.
Grasas, energía y desarrollo del sistema nervioso.
Las grasas son un 3,8% (35-40 g/L) de la leche, y contribuyen al desarrollo visual y cerebral. El contenido de grasa de la leche de prematuros al principio de la lactancia es notablemente superior al de la leche de término. La grasa aporta aproximadamente el 50% de la energía total, mientras que la lactosa aporta el 40%. Entre las grasas de la leche humana se encuentran los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, el ácido araquidónico, el docosahexaenoico y el γ-linolénico, triacilglicéridos, diacilglicéridos, acidos grasos saturados y fosfolípidos.
Proteínas: inmunidad, metabolismo y desarrollo.
Las proteínas alcanzan un 1% (8-10 g/L) y son componentes básicos cruciales para el crecimiento y el desarrollo. La concentración media de proteínas disminuye gradualmente durante los primeros seis meses y luego se estabiliza. La leche humana contiene dos grupos principales de proteínas: suero y caseína. Estas dos clases están presentes con proporciones que varían de 70/30 a 80/20 y 50/50 en la lactancia temprana y tardía, respectivamente.
La lactoferrina, una de las principales proteínas del suero, previene la propagación de infecciones bacterianas entre los bebés.
La α-lactoalbúmina es la proteína principal que se encuentra en la leche materna y se convierte en el estómago en «α-lactoalbúmina humana letal para las células tumorales» el famoso HAMLET, por sus siglas en inglés.
Los péptidos antimicrobianos derivados de la catelicidina, otra proteína importante de la leche, son producidos por las células de la leche humana. Transmiten protección a la madre contra el riesgo de cáncer de mama, infecciones y alergias y protegen a los bebés contra enfermedades autoinmunes
Las citocinas son proteínas que tienen muchas funciones. Las quimiocinas son un grupo específico de citocinas que estimulan el movimiento de otras células. Las citocinas se clasifican en dos grandes clases: las que protegen contra patógenos o promueven la inflamación y las que disminuyen la inflamación. El factor de crecimiento transformante beta (TGF-β) es una de las citocinas más comunes en la leche materna, y se activa con la acidez del estómago. Además, el TGF-β ayuda a la cicatrización de heridas y a la prevención de enfermedades alérgicas
Minerales y vitaminas
La leche humana es rica en minerales como sodio, potasio, cloruro, calcio, hierro, zinc, cobre, magnesio y selenio. Estos minerales esenciales son necesarios para muchos mecanismos vitales como la construcción y el mantenimiento de huesos y dientes fuertes, la producción de glóbulos rojos, la regulación de la función del sistema inmunológico, la promoción del equilibrio adecuado de líquidos, la contracción muscular, la transmisión nerviosa y la protección de las células contra el daño oxidativo.
La leche humana contiene vitaminas esenciales para el crecimiento, como las vitaminas liposolubles A, E y K, e hidrosolubles como las vitaminas C, B2, B3 y B5.
Beneficios por los huéspedes: probióticos y prebióticos
Hasta 2003 se consideraba que la leche materna era un líquido estéril, pero hoy sabemos que es rica en microorganismos beneficiosos como bacterias y hongos, y partículas virales. Los microorganismos que brindan beneficios para la salud del huésped, se denominan probióticos. Se ha descubierto que la leche humana es una magnífica fuente de probióticos que evitan la colonización de patógenos intestinales, y no solamente están o son transitorios, son participantes transcripcionalmente activos y funcionales en la comunidad intestinal del bebé.
Por otra parte, entre los prebióticos de la leche humana los más destacables son los oligosacáridos, HMO por sus siglas en inglés. Estos son azúcares complejos que no se digieren y que se encuentran en tercer lugar en cuanto a abundancia en la leche materna, después de la lactosa y los lípidos. Poseen funciones fascinantes como reducir la infectividad de rotavirus, norovirus y virus de influenza. Tienen funciones antimicrobianas y antibiofilm contra patógenos. Moldean la microbiota intestinal en los bebés. Aumentan los niveles séricos de IgG1 e IgG, e inhiben la adhesión de patógenos a las células intestinales del bebé.
Las hormonas, regulación metabólica.
La leche humana también contiene hormonas que desempeñan funciones importantes: leptina, eritropoyetina, adiponectina, grelina, IGF, resistina y obestatina. La eritropoyetina, por ejemplo, previene la transmisión del VIH de madre a hijo. La adiponectina reduce la inflamación, regula el metabolismo infantil (reduciendo la obesidad en etapas posteriores de la vida) e inhibe la producción de TNF-α, un inductor de necrosis tumoral, en el epitelio intestinal y los macrófagos
Células, bloques de construcción, defensa y genes.
Además de las células bacterianas, la leche humana contiene gran cantidad de células eucariotas: Leucocitos (linfocitos, neutrófilos y macrófagos), células madre hematopoyéticas y células progenitoras hematopoyéticas. Los leucocitos maternos proporcionan inmunidad activa al combatir patógenos mediante fagocitosis y muerte intracelular, producen moléculas microbicidas y presentan antígenos; también juegan un papel vital en la formación del sistema inmunológico del bebé, promoviendo el desarrollo de la inmunocompetencia y alterando la colonización bacteriana intestinal.
La leche humana también contiene células madre pluripotenciales, células con la capacidad de diferenciarse en cualquier otro tipo celular y cumplir la función del tejido donde se instalen.
Nucleótidos, AND, ARN y un largo etc.
Nucleótidos como CMP, UMP, BPM, AMP, mejoran la respuesta inmune y promueven el desarrollo de una flora intestinal menos patógena en el lactante.
En la actualidad existen numerosos esfuerzos de investigación sobre las funciones de fragmentos de ADN, ncRNA, incluidos miRNA, siRNA, lncRNA, circRNA, piRNA, rRNA y tRNA, que son abundantes y han mostrado una variabilidad enorme en la leche humana, y que se cree están implicados en procesos de regulación genética y epigenética.
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Derechos de la Imagen: Biomedics 24 de mayo de 2022;10(6):1219. doi: 10.3390/biomedics10061219
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NOVIEMBRE 2024
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